Tuesday, July 18, 2006

Rodolfo González Maza.


Como los políticos mexicanos andan atrasados y son incapaces de interpretar el mandato de la población, sólo queda confiar en que el Poder Judicial sea capaz de dar certidumbre y legitimidad a un proceso comicial muy accidentado y muy cerrado en su conteo de votos. Ello no implica imaginar los escenarios que pudiéramos tener a raíz del conflicto postelectoral, pues son los que la realidad nos pone enfrente cada día que se retrasa la decisión final.

Antes de acudir a la exploración futura quiero relatar el vaticinio que escuche a un político muy bien informado y serio analista, sobre lo que sucedería a partir del 2 de Julio.

Decía que la votación iba a ser muy cerrada y que el mismo domingo, López Obrador convocaría a cientos de miles de simpatizantes al zócalo del DF para dar a conocer su estrategia de lucha.

Con sus actas en la mano pregonaría su triunfo por una mínima diferencia y como suponía que no lo iban a reconocer, terminaría atrincherado en Palacio Nacional. Únicamente negociaría allí, en lo que pudiera considerar el legítimo legado de la democracia, siempre basado en su presunto triunfo pero nunca haría trato con Vicente Fox.

Sin embargo el Presidente habría previsto la situación y construido el puente idóneo para convencer a Andrés Manuel, tanto como a Felipe Calderón que se declararía ganador y a Roberto Madrazo que también enarbolaría las actas con un probable triunfo apretado (que finalmente no fue). El hombre del Presidente se llama Cuauhtémoc Cárdenas, cuya autoridad moral y liderazgo nacional es una realidad con el antecedente de que la mayor parte de la sociedad cree que Salinas le robó la Presidencia y que por tanto se la debe (¿qué casualidad –nos decía nuestro amigo- que Fox se saca de la manga un nombramiento en plena etapa electoral, lo manda a entrevistarse con todos los candidatos, cuando lo pudo hacer un año atrás o esperar que hubiera nuevo presidente?)

La negociación tendría la finalidad de encaminar al país a una segunda vuelta disfrazada: es decir, la anulación de los comicios de Julio, y nombrar a un mandatario interino que sería Cuauhtémoc. A continuación habría que organizar una nueva elección, con los dos candidatos mejor posicionados, para solucionar el conflicto postelectoral que todo mundo anunció a tiempo.

Sólo dos comentarios a este pronóstico: 1) tales escenarios tienden a cumplirse, aunque no exactamente, y ninguno puede descartarse. 2) me pareció temerario publicarlo antes de la elección pero lo comenté en privado con mucha gente que hoy reconoce las probabilidades de esa aventura especulativa.

Ahora veamos los escenarios a partir de la realidad, lo que hemos presenciado a últimas fechas. Cada día que pasa y no hay decisión del TRIFE, el conflicto se acrecienta y López Obrador plantea su estrategia que sería lo pacífica que se quiera, mas pondría de cabeza al país.

Esto es resistencia civil que bien puede ser no pagar impuestos y servicios, tanto como bloqueo de carreteras e instituciones. Nada más para dar una idea, más de medio millón de paisanos lleva diez años sin pagar la energía eléctrica y si es difícil saber para cuando empezarán a hacerlo, menos estaría seguro que fueran a pagar algún día (¿podría aprobar alguna ley el Congreso rodeado de cientos de miles de mexicanos?)

Cómo resolver el conflicto: parece que sólo con el recuento de votos, aunque AMLO tiene ya la idea de que es triunfador y si esta suma le fuera adversa podría argumentar para el rechazo, la agresión del gobierno federal que sufrió desde que era Jefe de Gobierno, las fallas del IFE y los anuncios de que es un peligro para México. Por eso desde su montículo de liderazgo, ya dijo que si no le reconocen su presidencia nada podrá hacerse en contra del país y eso incluye una amplia gama de resistencias con base en la movilización social.

En el imaginario social está la idea de que el TRIFE confirmará el triunfo de Felipe Calderon pero ¿quién sabe?, con las circunstancias que empiezan a darse. Mucho ayudaría a la causa albiazúl (y al TRIFE), si es que ganó, la voluntad de aceptar que se abran las urnas para demostrar que es verdad pero parece que la quieren peladita ya.

El tercer escenario es la de un presidente sustituto, para una nueva elección, en lo que Fox Quesada estaría de acuerdo y quien sabe si AMLO. Hay que ponderar lo oneroso que resultaría una nueva elección, por muy corta que fuera la campaña, y lo difícil de la organización con un IFE desprestigiado, mas unos cuantos meses de lo mismo tendría menos repercusiones para nosotros que seis años de movilizaciones.

Es así que el órgano con autoridad, para medir la voluntad de los ciudadanos, cometió una serie de errores que lo han dejado sin credibilidad. Meter la pata en una contienda tan cerrada ha coadyuvado a incrementar la duda sobre la imparcialidad y ello es desastroso para cualquier elección en el futuro.

Tampoco el Presidente Fox tiene autoridad para buscar la negociación, ya lo dijimos anteriormente, por haber persistido en participar en la elección a favor de Felipe Calderón ¡y en contra de Andrés Manuel! Cuánto daño puede hacer un individuo con poder y boca floja, dicho por casi todos los mexicanos que ahora recogemos los frutos de esa diarrea verbal y a lo mejor operativa.

La única institución que conserva su credibilidad es el Tribunal Federal Electoral y a ella están atenidos los mexicanos. Su resolución tiene que ser convincente para que tenga solidez y respaldo social, pero está sentado en un barril de pólvora.

Felipe ya lo vemos, lo único que podría aportar es la aceptación del nuevo conteo pues no tiene armas para reaccionar. ¿Podría movilizar a un millón de cristianos en su favor? Por lo visto no y se atiene a lo que diga su manager que ya le dijo que ganó.


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